Lo que he aprendido


Si de algo se trata la vida, es de seguir adelante. Sin embargo, gran parte de la humanidad no puede hacerlo sola. Ese gran porcentaje necesita amigos que los levanten y los ayuden a seguir caminando por el truncado pasaje de la vida. El problema está en que muchos no saben ser amigos o siquiera conservar los que tienen.

Y es que la amistad no se trata de imposiciones, prohibiciones y limitaciones,
se trata de compartir, reír y de vivir.

Se trata de escuchar, incluso cuando no hay qué decir.
Se trata de confianza, comprensión y complicidad.
Se trata de ser lector empedernido de los dramas y romances del otro.
Se trata de regaños y consejos.
Se trata de crear momentos que queden de recuerdos.
Se trata de honestidad y sinceridad.
Se trata de espontaneidad.
Se trata de siempre estar para el otro.
Se trata de paciencia y perdón.
Se trata de apoyo y respeto.
Se trata de ser una guía para el otro.
Se trata de no ser perfectos.
Se trata de aprender.
Se trata de inventar bromas para el otro.
Se trata de abrazos, incluso cuando son desde la distancia.
Se trata de miradas.

La amistad no se trata de culpar,
sino de solucionar.

No se trata de decir lo que el otro quiere escuchar,
sino de hablar con la verdad.

No se trata de herir, ni de fingir.
No se trata de discusiones sin fin.
No se trata de orgullo.
No se trata de justificaciones o excusas.
No se trata de ser egoísta o antagonista.

La amistad se trata de sentir, de servir y de coexistir.

La amistad se trata de darle color a la vida de los demás, de querer un poco más.


-MB

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